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La Tribuna

Esteban Krause y el 27F: "Lo fundamental fue mantener el abastecimiento de cosas básicas"

por Sebastián Carrizo

El actual alcalde de Los Ángeles, que para el 27 de febrero de 2010 tenía el cargo de gobernador provincial, comenta cómo se dirigió el trabajo en los primeros días tras la tragedia. Uno de los momentos clave fue obligar a farmacias y supermercados a abrir para bajar la tensión.
En lo personal y familiar, la autoridad vivió con gran preocupación las horas que siguieron al movimiento telúrico.

Alcalde krause 2010 6.2 /

El alcalde de Los Ángeles, Esteban Krause, tiene fresco en la memoria el recuerdo del 27 de febrero de 2010. En su calidad de gobernador provincial le tocó dirigir desde el patio de la prefectura de Carabineros el trabajo de coordinación para ayudar a los afectados por la tragedia y, en lo personal, realizar gestiones para encontrar a una hija que esa noche se encontraba fuera de casa. 

Su narración de esa noche parte así: Era bastante avanzada la noche y estaba acostado junto con mi señora y mis hijos. Empezó a moverse la casa, lo primero que planteé es que eso era un terremoto porque empezó a moverse bastante rápido. Mi señora abrió la puerta y yo me quedé en la escalera esperando a mis hijos que dormían en el segundo piso. Bajaron ellos pero no pudimos llegar a la puerta porque eran tan fuerte el movimiento y el ruido de vasos y vidrios que se quebraban... También pensé en ese minuto que la ciudad estaría muy complicada porque nunca había estado en un terremoto tan fuerte como el que me tocó vivir. Pensé en las construcciones antiguas, los edificios, pero afortunadamente no fue tan intenso, sí muy difícil. Rápidamente me vine con mi señora y mis hijos a la Gobernación. Me reuní en la Prefectura de Carabineros, allí empezamos a convocar a los servicios públicos, pero paralelamente estaba preocupado de una de mis hijas, que estaba compartiendo una actividad artística y no estaba en la casa. Así que tuvimos que hacer algunas gestiones para saber dónde estaba y cómo estaba. Había una doble preocupación: lo que me tocaba como gobernador y lo que me tocaba como padre.  

¿Qué fue lo que realizó como gobernador en las primeras horas?

Lo que hubo que hacer los primeros días fue ir a las casas de los jefes de servicios para poder comunicarnos. Por ejemplo uno decía necesitamos un camión aljibe, ¿Quién tiene? pero no había teléfono. No había cómo comunicarse con esa persona y había que ir a la casa. La comunicación se hizo muy complicada en el principio.

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Desde el patio de la Prefectura de Carabineros se dirigió el trabajo del comité de emergencia.

¿Cuál fue el tema más importante de trabajar esos días?

Uno de los temas fundamentales para nosotros fue mantener el abastecimiento de algunas cuestiones básicas. Por ejemplo, las farmacias el día lunes no querían abrir porque tenían un sistema de contabilidad en línea. Como no había electricidad ni internet, ellos no querían abrir. Conversamos con las autoridades y los obligamos a abrir. Le dijimos si ustedes no abren, vamos a mandar a un químico farmacéutico y le vamos a poner el precio que queramos a los remedios, pero ustedes tienen que abrir; lo mismo nos pasó con los supermercados. Y eso bajó un poco la tensión entre los vecinos. Luego llegó la electricidad y eso empezó a evidenciar un poco lo que estaba pasando en Concepción...

¿Por los saqueos? ¿Cómo se manejó ese tema acá?

La gente estaba muy preocupada pero acá en Los Ángeles no pasó nada. Las policías se preocuparon mucho de generar orden público y también los militares salieron a patrullar algunas noches para dar señales de orden público y de tranquilidad. La situación la abordamos muy coordinadamente con alcaldes, jefes de servicio, sin importar colores políticos. 

Se mantuvo entonces la tranquilidad...

La Gobernación no la abrimos porque no sabíamos en qué situación estaba, era un tercer piso y desde el punto de la seguridad no nos dio las garantías suficientes. Trabajamos en el patio de la Prefectura de Carabineros, ahí nos reuníamos y trabajábamos. Lo hacíamos de manera abierta: cualquier vecino podía ir a escuchar. Ese trabajo ayudó muchísimo y pudimos salvar situaciones que nos ayudaron a mantener la tranquilidad. La prueba de esa tranquilidad es que mucha gente de Concepción vino a abastecerse a los supermercados de Los Ángeles.

¿Cuál fue el primer balance de daños?

El sismo, por lo que pudimos detectar de los daños, fue fuerte en la costa y fue disminuyendo a medida que se internaba en la cordillera. Santa Bárbara y Mulchén, por ejemplo, no tuvieron tantos daños. Estuvieron complicados, sí. Pero en San Rosendo o Laja, por ejemplo, sí estuvieron bastante complicados. Había bastantes casas de adobe que se cayeron. 

¿Cómo fue la coordinación con las autoridades del gobierno?

Cuando llegamos a Concepción, una de las cuestiones que asumí en ese momento era que si nosotros no abordábamos el tema de forma independiente a Concepción íbamos a estar esperando mucho rato, porque el problema estaba centrado allá. El tema del maremoto y terremoto, era un caos. Nosotros fuimos acá casi un país independiente para enfrentar esto. Ayudó que no esperamos que nos ayudaran desde Concepción o Santiago. 

Usted ya iba de salida en su gestión...

Esto yo siempre lo pongo como un símil: era 27 de febrero, el 10 de marzo nosotros nos íbamos. Yo le decía a la gente que era como si yo piloteara un avión y ya estaba pronto a tocar con las ruedas la pista y me dijeran que no podía aterrizar y tuvimos que levantar de nuevo el avión. Estaba todo listo para entregar. Más aún: ese día sábado la Presidenta iba a ir a una actividad a Concepción y los gobernadores estábamos invitados. Eso tenía programado yo para ese día, pero el terremoto cambió todos los planes. 

De todos modos llegó el 11 de marzo ¿Qué quedó pendiente?

Era la segunda vez que me despedía. Fue una situación especial: yo no le pude entregar el cargo a nadie. Yo llegué a la Gobernación el 11 de marzo y no había nadie. Se estila presentar la renuncia un mes antes y nosotros eso hicimos. Llegué ese día temprano, esperé un rato pero no llegaba nadie. Después de un rato le entregué al abogado Eduardo Segura, firmé y me fui. Pero el sentimiento que tenía en ese momento era distinto al que tuve la primera vez que me despedí de la Gobernación, en el sentido en que me fui un poco triste y preocupado porque la tarea que venía de la reconstrucción era motivadora y me entusiasmaba. Pero tenía claro que no sería parte de ese gobierno, no estaba en mis planes y tampoco en los planes de ellos. 

RECONSTRUCCIÓN Y APRENDIZAJE

Esteban Krause ha vivido desde las posiciones de autoridad los años que le siguieron al terremoto. De esa forma tiene claro cómo el terremoto hizo avanzar en algunos aspectos al país, como por ejemplo en las normas de construcción, pero cómo en otros todavía falta. 

No sé si es parte de nuestra cultura, pero somos poco previsores y yo creo que seguimos en eso, tanto desde el punto de vista personal como institucional. Muchos meses después yo mantenía alimentos, agua, la linterna cargada, y creo representar a muchas personas que hoy no están haciendo eso, cuenta.

¿Qué falta por hacer?

El tema es seguir inculcando las medidas de prevención, de autocuidado. Lo otro es que siento es que en términos generales el país y la provincia soportó bien el terremoto, no tuvimos que lamentar que grandes construcciones se vinieran abajo. Algunos lugares donde hubo problemas no fue por cuestiones constructivas, sino que porque estaban instaladas en un terreno con una falla no detectada. Ahora se les pide mecánica de suelo a los conjuntos habitacionales, no importa cuántos pisos. Se avanzó mucho en eso.

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