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La Tribuna

Desolación y aridez en el Norte Chico

por Prensa La Tribuna

Señora directora:

El

Norte Verde es curtido en ciclos de sequías agudas. Los años 1968-1971 y 1988-1990

no son los únicos periodos secos. Pero a diferencia de las anteriores sequías,

en la actual el verde oscuro de los algarrobos se transmutó en un gris

metálico. Esta vez ni siquiera los espinos florecieron; durante la primavera

los pájaros no trinaron; los ríos enmudecieron.

En

otros periodos secos donde antes escurría un discreto cauce de agua, ahora solo

hay una costra de sedimentos. Restos de lamas plomizas -como trapos viejos

adosados a las piedras quemantes- son el único indicio de que alguna vez ahí

hubo un torrente. En el lecho reseco de los riachuelos la escasez de humedad

casi agrieta las fosas nasales.

Un

polvillo fino se acumula en las orillas de las pircas. Es tan reseco que es

impermeable a la orina de los perros. Es un polvillo ingrávido y denso. Se pega

en la corteza de los álamos secos y se mimetiza con ella.

Ni

insectos, ni roedores, merodean por los parajes desolados por la aridez.

Excepto una solitaria hormiga. Es una hormiga de lomo rojizo que lucha por

abrirse paso en una polvorienta telaraña tejida al pie de un arbusto seco. Es

el único indicio de vida que se entrevé.

La

vida se retira. El desierto avanza. Mientras tanto, la clase política continúa

administrando un vergel imaginario y discurre sobre quién tendrá el honor de

regar las flores de plástico.

Luis R. Oro

Tapia

Académico de

la Escuela de Gobierno y Comunicaciones de la Universidad Central

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