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La Tribuna

Soterrar el cableado ¿un proyecto imposible?

por Cristian Delgadillo Rosales

Hacer vías subterráneas para el sistema eléctrico y telefónico no puede ser sólo una utopía y requiere de un compromiso público y privado, en donde inclusive el Gobierno Regional puede desarrollar un plan que, en definitiva, hará no sólo que se elimine esta contaminación, sino que aumentaría la plusvalía de las viviendas y locales comerciales y, además, mejoraría considerablemente la vida de las personas.

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Seguramente usted, respetado lector, está leyendo este editorial en su casa, oficina o en movimiento hacia algún lugar.

Por favor, mire al exterior y observe la gran cantidad de cables telefónicos y eléctricos que hay opacando el paisaje urbano. ¿Sabía usted que más del 70% de esos cables está en desuso? Entonces, ¿qué hacen allí?

En diversas oportunidades, La Tribuna ha abordado este tema y obviamente los municipios plantean que el costo de retirar esa cablería inútil es demasiado elevado, misma opinión de las empresas eléctricas y telefónicas, que argumentan persuasivamente que el precio lo terminarían pagando las personas.

En el centro de Los Ángeles, por ejemplo, la instalación defectuosa y descuidada de los cables genera una contaminación visual, la cual, aunque pase imperceptible, sí provoca trastornos en las personas.

Existen diversos estudios nacionales e internacionales que hablan de este tema e indican que este tipo de fuentes de contaminación puede provocar peligrosas distracciones, dolores de cabeza, estrés, problemas ecológicos que rompen el equilibrio entre la naturaleza y los animales, además de diversos accidentes.

Hacer vías subterráneas para el sistema eléctrico y telefónico no puede ser sólo una utopía y requiere de un compromiso público y privado, en donde inclusive el Gobierno Regional puede desarrollar un plan que, en definitiva hará no sólo que se elimine esta contaminación, sino que aumentaría la plusvalía de las viviendas y locales comerciales y, además, mejoraría considerablemente la vida de las personas.

Para comenzar, mientras se desarrolla el proyecto o se ve su factibilidad, una propuesta interesante sería que los alcaldes pudieran generar una mesa de trabajo, que en un inicio elimine de la vía pública todo aquel cable que se encuentra en desuso. Eso debería ser prácticamente una normativa en las ciudades. Además, las compañías, como parte de su trabajo de responsabilidad social empresarial y de vinculación con el entorno, deberían auto exigirse ir más allá de lo que la ley les obliga.

Existen calles en Los Ángeles y la provincia de Biobío que perfectamente podrían sacar a relucir de mejor manera su arquitectura o belleza moderna y patrimonial. Con los cables, finalmente los árboles terminan pagando para poder dar paso a estos materiales totalmente dañinos.

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