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La Tribuna

¿La culpa es de los evangélicos?

por Leslia Jorquera

"El mundo evangélico no rinde explicaciones en esta tierra, por eso cuando una acepta sentarse a su mesa lo hace callado y tolerando, más allá de que ellos también estén equivocados. Se trata de respeto".

En todos los medios de comunicación presenciamos como la cúpula evangélica se disculpó por la protesta de los fieles a una Presidenta que, evidencia en su rostro, las ganas de no seguir en el poder.

En un martes como hoy (ya pasaron 24 horas después del primera ataque a La Moneda), donde la historia de Chile está manchada con las balas de dos ideologías que quebraron el país al resto de los chilenos, lo menos que se puede hacer después de 44 años es protestar ¿Por qué?... da lo mismo, si usted quiere protestar hágalo, se lo ganaron aquellos que fueron criticados por pensar distinto.

Su Excelencia Michelle Bachelet sufrió el exilio, la tortura de su padre, en la tristemente célebre Isla Dawson, y su posterior muerte producto de lo vivido en el extremo sur de nuestro país. Todos hechos comprobados y documentados, nada respecto de la familia del aviador fue ficcionado.

Si un grupo de personas (ojalá ciudadanos que votan en todas las elecciones) decide reunirse para enfrentar a un representante y gritarle todo lo que no puede decirle porque no le recibe en el palacio de gobierno es una de las alternativas, otra es organizarse, pedir permiso y marchar. También hay otras formas, como intervenir la ciudad con cultura, por ejemplo. Lo importante es que el mensaje de los ciudadanos llegue a la autoridad.

Muchas cosas se podrá decir de los evangélicos, conocidos también como luteranos, calvinistas, anglicanos y protestantes, por revelarse al poder y restricciones de la iglesia antes de la Reforma, pero no se podrá decir jamás que le faltan el respeto a las autoridades, porque son una casta jerárquica, obediente y sumisa a La Santa Biblia, que recuerde, ellos mismo hicieron popular.

Por eso es incómodo ver como sus líderes se disculpan con la Presidenta porque un grupo de sus ovejas pensó distinto y se reveló, aunque al interior de la Catedral, nadie ha puesto ojo en que los evangélicos aplaudieron a Sebastián Piñera, no así a Guillier. Ponga atención: en un templo, sólo se puede aplaudir a Dios, a nadie más.

El Te Deum es una acción de gracias donde la política debiera ausentarse por dos horas en respeto a Dios (Pensar eso es de ingenuos, Dios nunca ha estado antes que la política).

Es incómodo ver a una presidenta socialista, hija de prisionero y torturado político, con cara de enojada por una protesta ciudadana.

El mundo evangélico no rinde explicaciones en esta tierra, por eso cuando una acepta sentarse a su mesa lo hace callado y tolerando, más allá de que ellos también estén equivocados. Se trata de respeto.

Al repasar imágenes uno se puede preguntar si de verdad quiere seguir en el puesto, si de verdad está cansada.

Quizás ella ni siquiera esté molesta con los evangélicos y todo sea un invento más esos asesores que no sólo dañaron su imagen, sino la figura republicana de un “Presidente (a)”.

Vecinos de Biobío, las protestas ciudadanas son parte de una verdadera democracia. Mientras se hagan con respeto y mientras se puedan debatir las ideas sin librar una sola bala estamos bien, muy bien.

Si la autoridad se molesta porque usted está a favor o en contra del aborto o se molesta porque usted está a favor o en contra del matrimonio igualitario, no es su culpa, usted está en lo correcto si salió a expresar sus ideas.

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