Asociaciones de funcionarios públicos: la opción para quedarse

La administración de la Presidenta Michelle Bachelet, está a sólo 5 meses de dejar el poder. De esta forma, el trabajo de todo el equipo de ministros, intendentes, gobernadores y cargos de confianza que ha funcionado con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas, comienza su última etapa. Usted puede tener al respecto una opinión positiva o negativa de la agenda llevada por La Moneda y sus reparticiones en estos años, tiene todo el derecho, pero finalmente será la historia la responsable de determinar y hacer el juicio justo al legado.

Sin embargo, el panorama electoral para los que gobiernan está incierto. La carta presidencial de la Nueva Mayoría, Alejandro Guillier, sólo en lo que respecta a encuestas, no ha tenido un despegue alentador. Nadie podría atreverse con seguridad a determinar que perderá la elección, porque todavía quedan varias semanas y con un voto voluntario y una sociedad desencantada, no hay seguridad de los electores que llegarán a emitir su sufragio. Todo puede pasar.

Esta incertidumbre, comienza a calar hondo en los cargos de confianza que llegaron a las distintas oficinas gubernamentales del país y de la provincia, aspirando a pasar largos años ganando los colosales sueldos del sector público. Eso es una realidad: Hoy tienen una inseguridad laboral.

El funcionario de confianza de un gobierno, es aquel que llega a trabajar por los objetivos trazados por la administración y que suma su labor profesional al político para contribuir a la gestión que se realiza. No es lo mismo que un funcionario de carrera.

Por esta razón, resulta muy vergonzoso, que mientras algunos, independiente de lo que ocurra, han empezado a pensar qué hacer posteriormente en municipios vecinos o trabajos particulares, otros han buscado las alternativas más burdas y poco éticas para mantenerse en sus puestos, como por ejemplo, representar a los trabajadores de dichas reparticiones. Justo ahora, les bajó el espíritu de servicio.

 

Las autoridades públicas de los ministerios y reparticiones del Estado a nivel nacional, regional y provincial, no pueden permitir estos comportamientos, que representan lo más bajo de la política y que precisamente es lo que se quiere erradicar. Hagamos de Chile una política decente. Es hora.