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La Tribuna

¿Qué hacemos con los alumnos con déficit atencional o hiperactivos?

por Leslia Jorquera

Los colegios, en su rol de formar a las futuras generaciones, deben tener un enfoque inclusivo. Lo primero que tendemos a pensar es que esto se traduce en integrar a niños y adolescentes con algún grado de discapacidad, pero esto va mucho más allá. Hay pequeños que sólo requieren de estrategias diferentes de aprendizaje y que con un correcto acompañamiento, pueden llegar muy lejos. No los excluyamos por no ser capaces de atenderlos.

Las últimas semanas en El Diario de la Provincia de Biobío, hemos conocido el drama de algunos padres que, con hijos con problemas de conducta -no porque sean malos ni delincuentes– han tenido que pasar por situaciones muy difíciles, al observar como las instituciones les cierran las puertas, amparándose en los reglamentos internos o decisiones del consejo de profesores o los directorios.

La polémica se ha instaurado en la opinión pública y específicamente en las redes sociales, en donde se ha discutido acerca de estos alumnos “conflictivos”, para ver de quién es la responsabilidad de que sean así. El tema es que cuando se trata del déficit atencional o la hiperactividad, son trastornos neuroconductuales que son tratados por especialistas, por los padres, pero que también, si hablamos de inclusión, deben ser abordados por los establecimientos educativos. No pueden estar negando matrículas o poniendo trabas al proceso de aprendizaje de alumnos con estas características. Eso es derechamente discriminación.

Los colegios, liceos y escuelas, sean públicas o privadas, deben conocer desde el punto profesional, los diversos tipos de niños y adolescentes que existirán en las aulas. Si son extremadamente inteligentes, hay que apoyarlos para que continúen madurando sus capacidades y salgan adelante. ¿Cuántos posibles expertos o científicos se pierden por una incorrecta manera de potenciar los talentos?

En relación a los más tímidos o retraídos, los docentes y el cuerpo educativo, también deben generar estrategias para integrarlos y desarrollarlos en materia de integración.

Pero, sin lugar a dudas, el desafío mayor, está con los alumnos hiperactivos o que tienen déficit atencional. Con ellos se requiere de un doble esfuerzo. No se trata como decían por redes sociales algunos lectores, que esos valores se entregan en casa o que falta mano dura. Lo que sucede con estos pequeños, son que requieren de una comprensión y un diseño de programa especializado por parte de las instituciones, ya que el hecho de que tengan este trastorno de la conducta, no significa que sean, ni malas personas, ni muchachos sin valores.

Los colegios, en su rol de formar a las futuras generaciones, deben tener un enfoque inclusivo. Lo primero que tendemos a pensar es que esto se traduce en integrar a niños y adolescentes con algún grado de discapacidad, pero esto va mucho más allá. Hay pequeños que sólo requieren de estrategias diferentes de aprendizaje y que con un correcto acompañamiento, pueden llegar muy lejos. No los excluyamos por no ser capaces de atenderlos.

 

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