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La Tribuna

Inicio del Camino al Crecimiento y Desarrollo PARTE II

por Alejandra Sánchez

15-06-2016_16-55-20logo_acl640x432-2 /

Como se dijo en un comienzo, la Isla de la Laja era un páramo, de llanos arenosos, infértiles e improductivos. La introducción del riego cambió totalmente la visión de futuro, pero de todas maneras quedaron muchos y amplios sectores, que con el riego gravitacional no fue posible regar hace 100 años.

Frente a esta realidad, había que encontrar alguna especie que se pudiese cultivar en la zona. Alrededor de 1880, se introduce a Chile el “pino radiata”, como especie ornamental. Las minas de carbón de Arauco, usaban mucha madera nativa en sus piques, y ante la escasez de esta, se inició la plantación masiva de pino, para usar madera.

En los llanos arenosos de la Isla de la Laja, que no se podían regar, había una especie que crecía muy bien, era el quillay, al que se le sacaba la corteza y se comercializaba, para la obtención de saponinas, con el resto del árbol se hacía carbón y leña, para obtener algunos ingresos.

A fines de 1800, el ciudadano alemán Federico Albert, introdujo desde California el pino insigne, como especie ornamental. Posteriormente, ante la escasez de madera nativa, se le dio el uso ya dicho y se plantó pino insigne para producir madera.

A principios de los 1900 se introduce en la provincia de Biobío el pino insigne, iniciándose así la plantación en gran escala, ya que las condiciones ecológicas era muy favorable para la adaptación de esta especie, a pesar de ser llanos infértiles, formándose grandes bosques. Así se inicia el desarrollo forestal en Biobío.

En la década de los 50 se construye y pone en marcha la planta de celulosa de pino en Laja, que genera un gran cambio en la vida de los angelinos y habitantes de Biobío impactando en forma positiva en el transporte, absorción de mano de obra, comercio y servicios.

Posiblemente el mayor impacto en plantación y posterior industrialización de pino insigne se debió a la dictación del decreto 701, llegando Los Ángeles a transformarse en la capital forestal de Chile, y un hito importante en el desarrollo y crecimiento de la misma.

El pino resultó ser una excelente especie adaptándose a las condiciones agroecológicas de los llanos y zonas de sin riego de la Isla de Laja. Lamentablemente, también fue rentable las plantaciones de eucaliptus, que creció en forma explosiva, el problema se generó por una situación de rentabilidad, puesto que después del ingreso de Chile al Mercosur, esto significó un duro golpe a la agricultura tradicional, que pierde competitividad. Ante esta realidad se inicia la forestación de suelos agrícolas, en toda la zona de precordillera con eucaliptus, y también el valle central, creando un serio problema ecológico, cuyos efectos negativos aparecieron de inmediato. Han dejado mayor parte de la escasa población rural sin agua de consumo en la época estival.

La experiencia, el sentido común y la realidad permiten exigir a Conaf que determine las zonas en las cuáles se puede plantar eucaliptus, para transformar su cultivo en algo sustentable.

Las autoridades, hace ya varios años que debieron aprobar un decreto, como el 701, que aplique a las especies nativas, para transformar la actividad forestal en una actividad sustentable mejorar las condiciones de vida de los escasos habitantes que aún quedan en la precordillera y zonas rurales de secano.

Asociación de Canalistas del Laja

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